CUANDO SE DESPRECIAN LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES SE PROFUNDIZA LA CORRUPCIÓN
Hoy en día existe la sensación cuando nos encontramos los profesionales del derecho en los órganos del Estado, más precisamente en los estrados judiciales realizando una defensa, que los principios constitucionales han dejado de tener trascendencia.
Es más, quienes ejercen la judicatura nos hacen dudar de la plena eficacia de los principios toda vez que, cuando pivoteamos sobre ellos en juicio, sorpresivamente nos hacen saber que argumentar con una garantía constitucional es carencia en el fundamento de defensa y que nuestra formación profesional sería insuficiente por lo que, invocar la Constitución Nacional en juicio deviene en abstracto ya que ha dejado de ser operativa.
Negar la axiología de la Constitución Nacional es vaciarla de contenido. En esta línea, sería fatal que los jueces tengan largas intercadencias de encebadamiento, lo que no garantizaría a ningún individuo el pleno ejercicio de sus derechos y libertades constitucionales, careciendo así las decisiones judiciales, en principio, de legitimación ética."Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo" – Albert Camus
Los principios constitucionales de ningún modo son una expresión de deseo, y evocarlos no constituye un romanticismo de la constitución. Hacer valer las garantías de los principios del derecho constitucional sería volver a las raíces de la ley misma y aquilataría las sentencias judiciales. Pondría un límite a lo que existe como abuso del poder estatal cuando se violan los pilares fundamentales sobre los que se construyen el sistema de protección de los Derechos Humanos.
Los Derechos Humanos cuando son degradados al mero debate terminan siendo desconocidos en la práctica procesal. En honor a la verdad, para que la tutela de los derechos sea efectiva, debe existir un Poder Judicial efectivo, con plena independencia. Si el Poder Judicial actúa bajo presiones políticas, económicas, mediáticas o por la opinión pública (entre otros), fracasa la administración de la justicia, aniquila la seguridad jurídica, el estado de derecho y el estado de justicia convirtiendo al sistema en irrazonable e imprevisible, por no ajustarse al engranaje constitucional. El caos que genera mantener a una sociedad indefensa, sin justicia no es sin consecuencias.
A los jueces no sólo se les exige respetar la Constitución Nacional sino también defenderla. Fallar contra este imperativo implicaría, o desprecio a la carta magna o desconocimiento del derecho, ambos casos causales de remoción. Continuar permitiendo jueces y juezas que se apartan de la Constitución Nacional es profundizar la corrupción del sistema judicial.